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3 de diciembre — Inclusión sin pretextos: ajustes razonables cotidianos

En México, la educación básica tiene el compromiso de garantizar que todas las niñas, niños y adolescentes aprendan y participen, sin importar sus características, contextos o condiciones de discapacidad.
El 3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad, es una oportunidad para recordar que la inclusión no es un evento, sino una forma cotidiana de organizar la enseñanza.

Como docente de educación preescolar, primaria o secundaria en el sistema de la SEP, estás en el centro de este cambio.
La clave está en los ajustes razonables: pequeñas decisiones diarias que abren la puerta al aprendizaje y la participación de todo el grupo.

 

¿Qué son los “ajustes razonables” en el aula?

Los ajustes razonables son modificaciones y apoyos específicos que realizas en el entorno, en la forma de enseñar o de evaluar, para que un estudiante con discapacidad pueda aprender y participar en igualdad de condiciones que sus compañeros, sin cambiar los propósitos formativos.

No se trata de “bajar el nivel”, sino de:

  • Quitar barreras físicas, comunicativas, sensoriales o actitudinales.
  • Ofrecer diferentes maneras de acceder a la información y demostrar lo aprendido.
  • Adecuar tiempos, materiales y formas de trabajo según las necesidades del estudiante.

La legislación mexicana y el modelo de educación inclusiva reconocen que estos ajustes son un derecho del alumnado con discapacidad, no un favor ni una concesión extraordinaria.

3 ideas clave para vivir la inclusión sin pretextos

1. Ver primero a la persona, no a la discapacidad

Antes de pensar en adaptaciones, es fundamental cambiar la mirada. La discapacidad no define a la persona; es una condición que interactúa con las barreras del entorno.
Pregúntate: ¿qué sabe, qué puede, qué le interesa este estudiante?, en lugar de centrarte solo en lo que “no puede”.

  • Utiliza el nombre del estudiante, no el diagnóstico, para referirte a él o ella.
  • Escucha su voz: pregunta cómo prefiere aprender, comunicarse o participar.
  • Mantén expectativas altas, ajustando el camino, no la dignidad ni el respeto.

2. Ajustes razonables cotidianos, no soluciones extraordinarias

La inclusión se construye con acciones pequeñas, constantes y planificadas. Muchos ajustes razonables no requieren gran presupuesto ni equipamiento especializado, sino flexibilidad pedagógica.

  • En la presentación de contenidos: usar apoyos visuales, gráficos, organizadores, pictogramas, gestos y demostraciones prácticas.
  • En la participación: permitir que el estudiante responda oralmente, con señas, dibujos, apoyado por un compañero o mediante tarjetas.
  • En los tiempos: dar más tiempo para terminar una actividad o fraccionar una tarea larga en pasos más cortos.
  • En la organización del aula: ubicar al estudiante cerca del pizarrón, de ti o de la fuente de sonido; reducir distractores visuales o de ruido.
  • En los materiales: usar letras más grandes, contrastes de color, hojas con pautas, objetos reales y material manipulable.

3. Trabajar en red: familia, escuela y apoyos especializados

Ningún docente está solo en la tarea de incluir. Los equipos directivos, el personal de apoyo, servicios como USAER, CAPEP u otros, y las familias son aliados clave.

  • Acuerda con la familia qué apoyos han funcionado en casa y cómo pueden integrarse al aula.
  • Comparte observaciones con otros docentes del grupo y del plantel para unificar criterios.
  • Solicita acompañamiento técnico-pedagógico cuando lo requieras, sin verlo como señal de incapacidad, sino de profesionalismo.

Ajustes razonables cotidianos por nivel educativo

Cada nivel de educación básica tiene sus particularidades. A continuación, se proponen ejemplos que puedes adaptar a tu contexto.

En preescolar

  • Anticipar con imágenes o rutinas visuales qué sucederá en el día.
  • Ofrecer más tiempo y acompañamiento físico suave para transiciones (formarse, guardar materiales, cambiar de espacio).
  • Usar canciones, movimientos y juegos sensoriales para favorecer la participación de niñas y niños con discapacidad motriz, intelectual o del espectro autista.
  • Permitir diferentes formas de expresión: señalar, elegir tarjetas, imitar gestos, manipular objetos, no solo hablar.

En primaria

  • Entregar instrucciones breves, claras y, de ser posible, acompañadas de dibujos o ejemplos en el pizarrón.
  • Permitir el uso de regla para seguir la lectura, marcatextos de colores o audiotextos cuando sea viable.
  • Ajustar la cantidad de ejercicios sin cambiar el propósito: por ejemplo, menos reactivos pero del mismo tipo.
  • Organizar parejas o pequeños equipos solidarios, donde cada quien aporte según sus fortalezas.

En secundaria

  • Ofrecer resúmenes, esquemas o guías de estudio para apoyar la comprensión de textos extensos.
  • Permitir exposiciones apoyadas con diapositivas, maquetas, carteles o videos elaborados por el propio alumnado.
  • Variar la forma de evaluación: proyectos, portafolios, dramatizaciones, experimentos, no solo exámenes escritos.
  • Dialogar con el grupo sobre el respeto a la diversidad y la corresponsabilidad para evitar burlas o exclusión.

Evaluar sin excluir: ajustes en la evaluación

La evaluación inclusiva reconoce los logros de cada estudiante considerando su punto de partida y los apoyos que requiere.
No significa regalar calificaciones, sino valorar de manera justa.

  • Clarifica desde el inicio qué se espera aprender y cómo se demostrará.
  • Ofrece más tiempo o descansos breves en evaluaciones extensas.
  • Permite apoyar la lectura de instrucciones o usar formatos ampliados cuando sea necesario.
  • Evalúa también el esfuerzo, la participación, la mejora y las estrategias usadas por el estudiante.

Registrar observaciones en tu plan de clase o cuaderno de notas te ayuda a dar seguimiento a los avances y a justificar los ajustes realizados.

3 de diciembre: punto de partida, no meta

Conmemorar el 3 de diciembre en la escuela puede incluir actividades sencillas: diálogo con el grupo sobre qué es la discapacidad, lluvia de ideas sobre cómo apoyarse entre compañeros, elaboración de acuerdos de convivencia que favorezcan la inclusión.

Lo esencial es que, después de ese día, la inclusión siga viviendo en tu aula mediante decisiones cotidianas: cómo saludas, cómo organizas los equipos, cómo das la palabra, cómo reconoces los logros de cada estudiante.

 

Toma el 3 de diciembre como una invitación para elegir, desde hoy, al menos un ajuste razonable que puedas implementar de inmediato en tu grupo.
Obsérvalo, regístralo, conversa con tu alumnado y con tus colegas sobre el impacto que tuvo.
Paso a paso, la inclusión se construye con tu práctica diaria, sin pretextos y con la convicción de que todas y todos pueden aprender.

Etiquetas: #InclusiónEducativa #EducaciónBásicaSEP #Discapacidad

 

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