14 de noviembre — Diabetes en la escuela: cuidados, rutas y convivencia informada
Dirigido a docentes y directivos de educación básica (SEP) en México.
Por qué importa en la escuela
El 14 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Diabetes. En las escuelas de educación básica conviven niñas, niños y adolescentes con diabetes tipo 1 y tipo 2. La comunidad escolar es clave para su bienestar: una atención oportuna, rutinas claras y una convivencia informada evitan riesgos y favorecen el aprendizaje. Este artículo ofrece pautas prácticas y realistas, alineadas al contexto de las escuelas públicas en México.
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Lo esencial: qué es y qué necesita el alumnado
La diabetes es una condición crónica en la que el cuerpo no produce suficiente insulina o no la utiliza de forma adecuada. En la escuela, la prioridad es mantener niveles de glucosa estables, prevenir crisis y garantizar la participación plena.
- Diabetes tipo 1: requiere insulina diaria y monitoreo frecuente de glucosa.
- Diabetes tipo 2: puede requerir cambios de estilo de vida, medicamentos orales y, en algunos casos, insulina.
- Apoyos escolares típicos: horarios para colación, acceso a agua y baño, lugares seguros para medir glucosa y administrarse tratamiento, y comprensión ante variaciones en el rendimiento por cuestiones médicas.
Preparación del plantel: plan individual y roles
Plan Individual de Atención en la Escuela (PIAE)
Con la información que compartan la madre, padre o tutor y el personal de salud del estudiante, elaboren un plan simple y visible para el equipo escolar. Debe incluir:
- Datos de contacto de familia y teléfono de emergencias.
- Horarios de comidas/colaciones y actividad física.
- Señales personales de hipoglucemia e hiperglucemia del estudiante.
- Ubicación del kit: glucómetro, tiras, lancetas, tiras de cetonas si las usa, insulina o medicamento, carbohidratos de acción rápida (ej. jugo, gel, tabletas) y snack de respaldo.
- Autonomía del estudiante: qué puede hacer solo y en qué requiere apoyo.
Roles y organización
- Dirección: resguardo seguro de insumos, difusión del PIAE al personal pertinente y coordinación en simulacros.
- Docencia: aplicar rutinas de apoyo en aula y recreo, activar rutas ante síntomas.
- Apoyo administrativo y prefectura: acompañamiento en supervisión de recreos y traslados.
- Trabajo con el grupo: información breve y respetuosa para fomentar la empatía y prevenir estigmas.
Ruta de actuación: hipoglucemia (baja de azúcar)
Puede presentarse con temblores, sudor frío, palidez, somnolencia, hambre intensa, cambios de conducta, dolor de cabeza, dificultad para concentrarse o, en casos severos, convulsiones.
- Mantén la calma, acompaña al estudiante y no lo dejes solo.
- Si es posible, mide la glucosa. No retrases el tratamiento si no cuentas con el glucómetro y hay síntomas claros.
- Si está consciente y puede tragar: administra 15 g de carbohidratos de acción rápida (ej. 120–150 ml de jugo o refresco común, 3–4 tabletas de glucosa o un sobre de gel con azúcar).
- Espera 15 minutos y vuelve a medir o evaluar síntomas. Si persisten, repite la dosis.
- Cuando se recupere, ofrece un snack con carbohidrato y proteína si falta tiempo para la próxima comida.
- Si pierde el conocimiento, tiene convulsiones o no puede tragar: no le des nada por la boca. Activa el servicio de emergencias y notifica a la familia de inmediato. Si la familia ha proporcionado glucagón nasal o inyectable y hay personal capacitado, aplícalo según indicaciones.
Hiperglucemia y cetonas: qué observar y qué hacer
La hiperglucemia puede causar sed, ganas frecuentes de orinar, visión borrosa, cansancio y malestar. Si se acompaña de náuseas, dolor abdominal, respiración agitada o aliento afrutado, puede haber cetonas elevadas.
- Permite acceso libre a agua y baño; evita castigos por ausentarse al sanitario.
- Si la familia lo indicó, medir cetonas en orina o sangre cuando la glucosa está muy alta o hay malestar.
- Notificar a la familia para acordar pasos siguientes; en síntomas graves o vómitos persistentes, activar servicio de emergencias.
- Evitar actividad física intensa hasta estabilizar niveles.
Alimentación, colaciones y actividad física
- Respetar horarios de colación, incluso durante clases, exámenes o actos cívicos.
- Permitir el consumo de agua en aula y el acceso ágil al baño.
- Antes de educación física o recreo activo, verificar si el estudiante requiere una colación preventiva.
- Acordar ajustes para proyectos, excursiones y festivales: tiempos de comida, sombra, hidratación, y un adulto responsable que conozca el PIAE.
La participación en educación física es deseable y saludable. El ajuste no es excluir, sino planificar y tener a la mano el kit y una colación rápida.
Convivencia informada y protección de datos
Hablar de diabetes en el grupo con lenguaje claro y respetuoso reduce mitos y previene el bullying. Comparte solo la información necesaria, con autorización de la familia, y enfatiza que la condición no define al estudiante ni limita su capacidad de aprender o jugar.
- Evitar comentarios estigmatizantes y bromas sobre comida o el cuerpo.
- Promover acuerdos de aula: pedir apoyo si notan que su compañera o compañero “no se siente bien”.
- Proteger la privacidad: resguardar historiales y datos de salud; mostrar el plan solo a personal autorizado.
Comunicación escuela–familia–salud
La coordinación permanente es la mejor prevención. Establece un canal claro de comunicación con la familia y, cuando sea posible, con el personal de salud tratante a través de la familia.
- Actualización del PIAE al inicio de cada ciclo o cuando cambie el tratamiento.
- Registro sencillo de eventos relevantes (hipo/hiper, ausencias por consulta, ajustes).
- Capacitación breve al personal nuevo y sustituto en la ruta de actuación.
Evaluación y flexibilidad académica
En casos de descompensación o consultas médicas, ofrece alternativas: reprogramar evaluaciones, otorgar tiempo extra o permitir pausas breves. La evaluación debe reflejar aprendizajes, no episodios de salud ajenos a su control.
Acción sugerida: organiza con tu equipo una sesión de 20 minutos para revisar el PIAE de tu escuela, practicar la ruta ante hipoglucemia y acordar ajustes simples en aula y recreo. Tu preparación puede marcar la diferencia.
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