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10 de diciembre — Derechos Humanos en el aula: respeto cotidiano y ciudadanía
El 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, es una oportunidad para recordar que la escuela no solo transmite contenidos, también forma ciudadanas y ciudadanos capaces de respetar la dignidad propia y la de los demás. En la educación básica mexicana, cada clase, recreo y conversación puede convertirse en un espacio para vivir los Derechos Humanos.
¿Por qué hablar de Derechos Humanos con niñas, niños y adolescentes?
En México, los planes y programas de la SEP colocan al centro la dignidad humana, la igualdad y la no discriminación. Sin embargo, estos principios no se consolidan con una sola fecha conmemorativa, sino con experiencias cotidianas que el alumnado vive en la escuela.
Trabajar los Derechos Humanos en el aula ayuda a que las y los estudiantes:
- Reconozcan que todas las personas tienen valor y merecen respeto.
- Identifiquen situaciones de violencia, acoso o discriminación.
- Aprendan a expresar inconformidades sin agredir.
- Desarrollen empatía y pensamiento crítico ante la injusticia.
Así, el Día de los Derechos Humanos no se queda en un efeméride, sino que se convierte en una guía para la vida escolar de todos los días.
Del discurso a la práctica: el aula como primer espacio de ciudadanía
Hablar de ciudadanía con estudiantes de educación básica no es anticiparse a “cuando sean mayores”. Por el contrario, la escuela es su primer laboratorio de participación social. Ahí aprenden a tomar decisiones, resolver conflictos y ejercer su voz.
Algunas claves para que el aula se convierta en un espacio de ciudadanía desde los Derechos Humanos son:
- Coherencia entre lo que se dice y lo que se hace: de poco sirve hablar de respeto si ridiculizamos a quien se equivoca o descalificamos sus emociones.
- Participación real: permitir que el grupo opine sobre acuerdos, actividades o formas de organización fortalece la corresponsabilidad.
- Lenguaje incluyente y respetuoso: cuidar cómo nos dirigimos al alumnado y cómo les enseñamos a dirigirse entre sí.
- Reconocimiento de la diversidad: valorar distintas formas de ser, aprender, creer y sentir, sin imponer una única manera “correcta”.
Derechos Humanos en el aula: tres dimensiones cotidianas
1. El derecho a ser escuchado
Niñas, niños y adolescentes tienen derecho a expresar su opinión y a que esta sea tomada en cuenta según su edad y madurez. En el aula, esto se puede traducir en acciones muy concretas:
- Destinar momentos breves para que el grupo comente cómo se siente en la escuela.
- Realizar votaciones sencillas para elegir proyectos, lecturas o dinámicas.
- Promover que todas las voces participen, no solo las más seguras o extrovertidas.
Cuando el estudiantado se sabe escuchado, disminuye la violencia silenciosa y aumenta la confianza para pedir ayuda ante cualquier situación de riesgo.
2. El derecho a un trato digno y sin violencia
La dignidad se construye en los gestos cotidianos. El aula puede ser un espacio de protección si se establecen desde el inicio reglas claras contra la violencia física, verbal y emocional.
Algunas ideas para favorecer el trato digno son:
- Elaborar con el grupo acuerdos de convivencia basados en el respeto, no en el miedo al castigo.
- Nombrar y detener de inmediato burlas, apodos ofensivos o exclusiones.
- Trabajar actividades de reflexión sobre el impacto del bullying en la vida de las personas.
- Modelar disculpas sinceras y procesos de reparación cuando alguien comete un daño.
La protección frente a la violencia no se limita al interior del aula: implica también identificar señales de alerta y canalizar los casos que requieran atención especializada.
3. El derecho a aprender en un ambiente de igualdad
El derecho a la educación de calidad implica garantizar que nadie se quede atrás. En México, esto supone reconocer las desigualdades de origen y trabajar para que no se vuelvan barreras insuperables en la escuela.
Desde el rol docente se pueden impulsar acciones como:
- Variar las estrategias didácticas para que todas las niñas y niños tengan oportunidades de éxito.
- Evitar etiquetas como “flojo”, “problemática” o “no le interesa” y buscar las causas de fondo.
- Visibilizar y valorar las distintas lenguas, culturas y contextos presentes en el grupo.
- Ofrecer apoyos adicionales a quien lo necesite, sin exhibir ni señalar.
Construir igualdad en el aula es una forma directa de construir ciudadanía, pues se enseña que los derechos no dependen del origen ni de las capacidades.
Ideas sencillas para conmemorar el 10 de diciembre
Conmemorar el Día de los Derechos Humanos no exige grandes actos; lo importante es que el mensaje sea claro, participativo y conectado con la vida del grupo.
Algunas propuestas que pueden adaptarse a cualquier grado de educación básica son:
- “Nuestro mural de derechos”: cada estudiante escribe o dibuja un derecho que considera fundamental y cómo se vive (o no) en la escuela.
- Historias de respeto y de injusticia: leer relatos breves, fábulas o situaciones cotidianas y dialogar sobre qué derecho se respeta o vulnera.
- Acuerdos renovados de convivencia: revisar con el grupo los acuerdos del aula, evaluar si se cumplen y proponer mejoras.
- Semáforo de convivencia: identificar conductas “verdes” (que fortalecen el respeto), “amarillas” (de cuidado) y “rojas” (que lastiman).
- Cartas al futuro: que el alumnado escriba cómo sueña una escuela donde se respeten los Derechos Humanos todos los días.
Lo valioso es que cada actividad se conecte con la realidad del contexto y motive cambios concretos en la forma de relacionarse.
El papel de la persona docente: pequeñas decisiones, grandes cambios
La docencia en México enfrenta retos complejos, pero también cuenta con un enorme potencial transformador. Cada saludo, cada corrección y cada evaluación puede reforzar o debilitar el respeto a la dignidad humana.
Algunas decisiones cotidianas que marcan diferencia son:
- Nombrar al alumnado por su nombre, sin apodos ofensivos.
- Escuchar antes de concluir que “no quiere trabajar” o “no le interesa”.
- Cuidar el tono de voz, incluso en momentos de estrés.
- Reconocer el esfuerzo, no solo el resultado.
- Compartir con las familias el enfoque de Derechos Humanos en la formación del grupo.
El 10 de diciembre nos recuerda que la defensa de los Derechos Humanos inicia en lo cotidiano. Y la escuela es uno de los primeros territorios donde las niñas, niños y adolescentes aprenden que su voz vale, que su vida importa y que tienen la responsabilidad de respetar la vida y la dignidad de quienes les rodean.

